lunes, 21 de noviembre de 2016

MOVIOLA GOKO STEREO: AVERÍA INOPORTUNA ¡SOLVENTADA!

Las moviolas, también llamadas visionadoras, son aparatos que permiten ver la película en una pequeña pantalla para la revisión de su estado, su repaso y, sobre todo, para el montaje, que se hace cortando y pegando los distintos planos físicamente con la ayuda de una empalmadora.

En un principio, en Súper-8, las moviolas disponía sólo de accionamiento manual, hasta que se comercializaron con motor, primero, las de avance con reóstato, después, y,  finalmente,  las sonoras dotadas hasta con grabación y reproducción estereofónica, amén de ajuste fino de velocidad.


Todas las moviolas sonoras, independiente de su marca,  han salido de la factoría japonesa Sansei Koki, fundada en 1953 y que, en la actualidad, se dedica principalmente a fabricar microscopios digitales.

Sansei Koki vendió sus productos bajo su marca, Goko, así como también, con las carcasas y prestaciones ligeramente diferentes, por encargo de Fujifilm, Bauer, Elmo, Erno y otros.

Durante años, las moviolas, equipadas con un prisma de cuatro caras, proporcionaban una imagen con un fuerte parpadeo si la velocidad era inferior a 16 fotogramas por segundo.

Sansei Koki dio con la solución para solventar este problema con un prisma de 16 caras, primero, y de ¡24 caras! después.
Hace unos años, cuando el Festival de Hiroshima me pagó el viaje a Japón para presentar mi producción de stop motion "Minotauromaquia: Pablo en el laberinto", dirigida por Juan Pablo Etcheverry, a través de mi amigo Tak Kohyma conseguí una de estas moviolas estereofónicas con la marca original Goko y el prisma de 24 caras.


Aunque su garantía es no de dos años, ¡sino de por vida!, mi Goko Stereo la reservo para ciertas obras de montaje especialmente complejo, usando normalmente sus clones Bauer, Elmo, Erno o Fujifilm (aunque la imagen no es tan extra nídida).
En el momento más inoportuno, ahora que estoy terminando el montaje del Opus 3 de "No hay futuro", mi Goko Stereo desarrolló un molesto "salto de imagen".

Como no es cosa de enviar el aparato a Japón, pedí auxilio a mi amigo de hace más de treinta años José Manuel Pérez Romero, quien es una especie de McGuiver (además de entusiasta del Single-8, y de la Fujica ZC1000 --si bien, ha desertado al mundo digital-).

Con su talento natural, y pese a desconocer la moviola, fue desmontando uno a uno sus distintos elementos hasta llegar al corazón de la cabeza mecánica y ver donde estaba el fallo: uno de los engranajes acrílicos se había rajado y, debido a ello, estaba mas abierto. Con una arandela metálica, para apretarlo, consiguió volverlo a su posición de trabajo original, pese a la grieta (al tiempo que iba recogiendo información gráfica de todo el proceso, a fin de que pueda de servir de ayuda a otros). 
¡Muchas gracias, José Manuel! Creo que ahora tengo moviola para el resto de mi vida... ¡y aun más allá! 
José Manuel me fue explicando en cada momento todos y cada uno de los pasos que iba siguiendo. Le sorprendió el cuidado interior de la moviola: ¡se nota que los ingenieros disfrutaron con el diseño!, y, además, pensaron en la longevidad del aparato, así como en la posibilidad de que todo fuera reparable.
Por lo que parece, la filosofía de Sansei Koki no ha variado con el tiempo pues, de lo contrario, no se entiende que reciban en fábrica sus moviolas para su arreglo gratuito.


Además, ya puestos, José Manuel limpió no sólo los prismas, sino las ópticas y espejos: las imágenes, como puede verificarse en la instantánea superior, ¡ahora parecen fotografías!
Por fin tengo la Goko preparada para el visionado síncrono de su imagen mecanoquímica con la digital del monitor.

1 comentario:

  1. Gracias Ignacio .Tambien por tu reseña en mi Facebook.https://www.facebook.com/josemanuel.perezromero.

    ResponderEliminar